Voluntad Creadora 07/01/2025
El desvelo humano por crear algo duradero, algo glorioso, algo que desafíe espacios y tiempos, algo que transforme y eleve el mundo, es conmovedor. La voluntad de crear es la manifestación suprema de una voluntad libre y consciente de su verdadero poder. Es el deseo de rebelarse contra la tiranía de una realidad que sólo se sirve a sí misma, a su conservación.
Es el sueño de una realidad nueva. Encierra en su grandeza el secreto de nuestra salvación, entendida no como rescate de una condena, no como gracia sobrenatural que nos libera de un infierno, sino como impulso a trascendernos mediante la sabiduría, la belleza y el amor: mediante la luz de la posibilidad creadora. Pues todo parece resumirse en la máxima de crearnos a nosotros mismos y de crear el mundo mientras nos creamos, de bautizar lo posible con un nuevo óleo, con el crisma de una voluntad ansiosa de encender una luz desconocida.
Se trata, en último término, de crearnos a nosotros mismos mediante nuestras decisiones, en forma de acciones y de omisiones. Se trata de ser nuestra ciencia y nuestro arte, desde una síntesis de libertad y solidaridad.
En la voluntad de crear confluye el deseo de favorecer todo aquello que aumente nuestras posibilidades de pensar y de actuar dentro de una comunidad humana; por tanto, todo aquello que nos haga ser no lo que ya somos, sino más de lo que somos.
La voluntad de crear es un grito sublevado contra el conformismo, contra la empequeñecedora fatalidad.
Frente al vigor adormecido de la vida, frente al tedio ontológico de un sujeto que renuncia a ser él mismo, frente a la caída en un mundo saturado de objetos, la voluntad de crear ofrece un horizonte digno del ser humano. Desde él podemos cantar con voz nueva que merece la pena existir.
